NADIE hubiera imaginado que algún día el colectivo real o imaginario, que por lo menos en Chihuahua, se ponderaría la intervención norteamericana para enfrentar al crimen organizado, aunque incursiones ciertamente siempre han existido.
Lo que en nunca, que un presidente de los Estados Unidos, tal vez, el más atipático para los mexicanos, ofrezca en público actuar en conjunto con el gobierno mexicano para “enfrentar al crimen organizado hasta desaparecerlo”, la única condición es que se solicité a través de una llamada telefónica.
Desde luego que nadie está de acuerdo en el intervensionismo de los Estados Unidos, pero a cómo están las cosas en México, tampoco se debería desctartar, más cuando el Estado Mexicano, está rebasado en materia de seguridad, botón de prueba, la eventualidad conocida como Culiacanazo, en donde se aprehendió y liberó a uno de los capos más importante del país, a Ovidio Guzmán López, el hijo de El Chapo.
15 días después de que se registrara ese hecho en Culiacán, ahora se presenta el ataque en contra de las familias chihuahuenses Lebaron, con un saldo de tres mujeres asesinadas y nueve niños. Ambos casos sin respuesta oficial por parte del Estado Mexicano.
Sin embargo, ante la declaratoria o ofrecimiento de combate de exterminio de Trump, también debería considerar o empezar por en sellar la frontera (sur) para evitar en ingreso a México de armanento de todo tipo el abastecimiento de parque.
MALA desición del gobernador Javier Corral Jurado, de no mostrar una postura oficial de solidaridad y compromiso real de esclarecer los hechos de la masacre de los Lebaron.
Corral optó por la salida fácil de pelotear el tema y aventar el balón hacía el vecino estado de Sonora, en donde ciertamente ocurrieron los hechos, pero son familias chihuahuenses y la franja de la barbarie es una colindancia entre ambos estados.
Zambullir la cabeza en el lodo, no cambia ninguna situación ni escenarios. La realidad está a la vista, o como dicen, el sol no se tapa con un dedo ni deja de existir por utilizar lentes oscuros.
Es otra macha para el Tigre Corral y desde luego para el gobierno federal. Se trató de mujeres y niños, qué otra cosa podemos esperar con estos gobierno en donde el campo de golf, las canchas de tenis, los viajes es al aparecer lo único que importa y rondan en el cerebro de quien debiera ser el primer combatiente entre lo que se asemeja a una lucha milenaria entre el bien y el mal. Anunciar que abrirá una carpeta de investigación es su máximo ofreciento, tan tardío y pobre como su omisión.
COMO si habitáramos en una ciudad y Estado segura, en armonía y en paz, el Gobierno de Estado, concedió la gracia a los expendedores de bebidas alcohólicas una hora más de venta, para dar paso al Buen Fin.
Dependiendo del giro, todos tendrá una hora más de venta y/o consumo: Por ejemplo: Las tiendas de barrio que pueden vender hasta las nueve de la noche, ahora podrán hacerlo hasta las 10.
Y así hasta los giros restaurantero, bares, casinos, antros y demás, cuyo límite máximo establecido son las dos horas de la mañana, ahora podrán extenderse hasta las tres de la madrugada.
La medida aprobada y anunciada, aplica para los próximos días del 15 al 18 de noviembre, pero puede extenderse hasta el siete de diciembre, por lo menos en eso están.
El objetivo es generar derrama económica, eso dicen, pero nada señalan sobre los accidentes viales, los excesos en el consumo. El tema no le interesa al Gobierno, pues saben que la recaudación amplia generada por esta hora extra, se va a reflejar a través de la Dirección de Vialidad.
Dicho en otras palabras, las fotomultas (ya vienen), los retenes, no son para inhibir accidentes y está demostrando que, aprovechando el argumento del Buen Fin y las fiestas navideñas, el propio Gobierno del Estado le abre las puertas para que haya más alcohol en las calles. Eso se llama incongruencia con tufo recaudatorio.