Los padres no somos perfectos, pero lo intentamos

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A mis amadísimos hijos Tania y Ricardo

Por Luis SILVA GARCÍA

CHIHUAHUA CHIH.– La paternidad, como la maternidad, es una cualidad y virtud de los seres humanos, que el creador nos ha concedido para preservación y perfección de la especie en la cadena evolutiva.

De ahí, entonces que, para las personas con coeficiente de inteligencia y valores en términos normales, resulte placentero y reconfortante contemplar los logros y el desarrollo de nuestros descendientes.

Todos estamos orgullosos de nuestros hijos, siempre queremos que sean mejores, que no padezcan lo que a nosotros nos tocó sufrir, y deseamos que nos superen, que ellos lleguen más allá de lo que nosotros pudimos lograr como seres humanos. Esto es natural y edificante.

La tarea de padre de familia, como todas las conductas del ser humano, la ejercemos conforme nos parece que es lo más adecuado, y todo tiene sus ventajas y desventajas, como todo en la vida.

En 1992 yo estaba trabajando en el ejercicio de la comunicación en el periódico Norte de Ciudad Juárez, y el proceso electoral para renovar la gubernatura de Chihuahua fue especialmente álgido, pues tenía el antecedente del fraude de 1986; en esta ocasión Francisco Barrio regresaba con más enjundia y más apoyos; el PRI acusaba ya un desgaste de su imagen ante la población; y así se dio el triunfo del PAN.

Nos tocó hacer variadas tareas informativas y de investigación periodística, tanto para el periódico local como para medios nacionales e internacionales que nos pedían cobertura, pues los ojos del mundo estaban volteados hacia estas tierras norteñas,donde se estaba presentando el fenómeno de la alternancia política, antes que en otras regiones de México.

Nuestro trabajo nos traía sumamente ocupados, de manera que por lo menos una semana antes de día de la elección y una semana después, los periodistas prácticamente no parábamos en nuestras casas. Teníamos que estar en el periódico casi permanentemente, pues entonces no había conteos rápidos de resultados, ni comunicación tan eficiente, y había que ingeniárselas hasta el último momento antes del cierre de la edición para ganar la mejor portada. A ese vertiginoso ritmo trabajábamos.

El lunes posterior a la elección que ganó Pancho Barrio, yo iba llegando a mi casa como a las 8 de la mañana para darme un baño, comer algo, y regresar a seguir con la tarea informativa y de edición del periódico; así teníamos que hacerle para competir adecuadamente y lograr credibilidad.

En el momento de mi llegada a la casa, un grupo de personas entre amigos, familias, niños, conocidos, iban saliendo en varios vehículos para ir a un balneario a celebrar el cumpleaños de mi hija, que llegaba a los 6 años de edad. Los saludé a todos y se fueron muy contentos a celebrar.

Desde entonces y aún hoy, casi 30 años después, me he planteado el dilema casi ético de qué sería mejor: si trabajar a ese ritmo para llevar sustento y comodidad a la familia, o tener mayor permanencia al lado de mi hija.

Todo tiene sus ventajas y desventajas, si el peso de alguno de los argumentos fuera contundente respecto al otro, pues no habría dilema. Estoy sumamente orgulloso de mi carrera periodística, que me llevó a recorrer mucho mundo, a tener grandes amigos, a gozar de grandes satisfacciones y sobre todo a aprender, aprender, aprender, como hasta en la actualidad.

Lo único que me deja insatisfecho es no haber podido estar más cerca de mi hija durante su infancia. De cualquier manera estoy enormemente agradecido, pues también de eso se aprende. Nada es absoluto.

En aquellos años en el terreno periodístico, gracias a esa dedicación de todos los que trabajábamos entonces en Norte de Ciudad Juárez se lograron grandes avances y este diario, aunque nunca fue líder en ventas y en circulación, si tenía claramente una mayor credibilidad entre la población. Eso es muy satisfactorio para los que lo logramos con esfuerzo y limitaciones.

Sólo a manera de ejemplo, precisamente en esa ocasión de las elecciones de 1992, nosotros fuimos los únicos que nos atrevimos a cabecear: “Triunfa Barrio”, cuando los demás medios sacaron el trillado: Los partidos reclaman triunfo.

Entonces no había sistemas rápidos para tener resultados seguros el mismo día de los comicios, y tuvimos que observar con detalle los acontecimientos, revisar el ambiente dentro de los partidos, tener el mayor número posible de observadores en casillas y, desde luego, realizar un trabajo de reporteo impecable, para poder anunciar el triunfo del gobernador sin temor a errar. Así fue; así se hacia el periodismo entonces en Ciudad Juárez.

En cuanto a la tarea de paternidad, que es la que hoy nos ocupa, por la fecha del “Día del Padre”, la cuestión es si resulta justificable dejar a las familias e hijos tan “abandonados” por ir a traer el sustento y realizar el ejercicio profesional.

Concluyo que, si se me volviera a presentar la ocasión, me quedaría a poyar y disfrutar a mi hija. No se puede lograr todo a la vez. Tampoco me arrepiento de lo hecho; al contrario, de ello hemos tratado de aprender para ser mejores.

La madre de mi hija terminó su tarea en este mundo en 2009, y en los años posteriores el Creador me ha dado la gran oportunidad de recuperar lo perdido, de disfrutar infinitamente, al lado de mi actual esposa -con quien me he casado en segundas nupcias-, de la tarea de padre con mi hijo (hijo de mi hija), que biológicamente es mi nieto, pero creció a mi lado los años de infancia que le debía a mi hija y que me debía a mí mismo. Y hoy disfruto plenamente como padre a mis hijos.

Le doy gracias a Dios por esta increíble oportunidad. Solo espero que los hijos sientan que uno está cumpliendo como padre, aunque uno falle y luego las cosas no sean tan agradables, pero siempre luchamos por ser mejores, crecer y aprender. Mis más sinceras felicitaciones a todos los padres en esta ocasión.