Política y violencia

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Por Luis SILVA GARCÍA

CHIHUAHUA CHIH.- Entre los años de 1993 a 1998 se realizó una investigación sobre el asesinato de Luis Donaldo Colosio para analizar los acontecimientos en una ruta alterna a las pesquisas oficiales del caso.

La conclusión entonces era alarmante, aunque hoy en día no asombra a nadie: Se trató de un asesinato que involucró intereses políticos y del crimen organizado al mismo tiempo.

Por aquel entonces nada se publicó de esta investigación y solamente los resultados se pusieron en el escritorio del Presidente Ernesto Zedillo. Nunca se supo más de esa indagación.

El asunto es que desde entonces estaba clara ya la injerencia de intereses del narcotráfico en la política mexicana, como en muchos otros sectores de la sociedad, así que no debemos asombrarnos de que siga sucediendo y con más claridad en estos días en México.

En 2018, durante la campaña electoral que llevó a AMLO a la Presidencia de la República, el reparto de recursos para capturar el voto popular fue realmente escandaloso, de manera que los artífices de aquellos triunfos priístas de los años dorados de la “Revolución Institucional” en México, que se ganaron a pulso el título de “maestros” del fraude y del control electoral, se quedan de verdad como parvulitos ante la operación morenista y de sus aliados.

Durante meses estuvieron repartiendo semanalmente dinero en efectivo y despensas en las colonias populares de municipios en todo el territorio nacional a cambio de que votaran por su partido, y esto no es ninguna novedad en los cochinos manejos de las elecciones en nuestro país -aunque ello tampoco legaliza y/o justifica la ilegal práctica.

Ahora la diferencia radica en que, al acercarse el día “D”, el de la votación, las amenazas a los colonos no fueron que “si no votas por Morena te retiramos el apoyo”, no, ahora amagaron con que “si no votas por quien decimos, algo puede pasarte a ti o a tu familia”. Son amenazas de muerte o por lo menos de afectar la integridad física.

Las preguntas que surgieron en el proceso de 2018 fueron dos: 1. ¿De dónde salió todo ese dinero para repartir entre la gente en efectivo y en especie en una acción permanente? Y 2. ¿Quiénes son capaces de operar con tal rudeza como para amedrentar a la población y atemorizarla con el uso de la violencia si no votan por quien ellos indican?

Desgraciadamente la respuesta a estas interrogantes es una misma. Porque no me van a decir que el dinero salió del bolsillo del entonces candidato y ahora Presidente AMLO, no, si se ve que este señor no paga ni un chicle de su bolsa.

También sería muy, muy ingenuo pensar que aplicaron los recursos de prerrogativas del Partido Morena para repartirlos entre el pueblo hambriento, en primer lugar, ni es tanto dinero como para la operación que se aventaron, y en segundo lugar, todos los líderes morenos se lanzaron a la rebatinga para quedarse con esos recursos que le tocaron al partido de forma oficial. No quedó nada, pues.

Solo hay unos aliados de AMLO que tienen suficiente dinero e interés para respaldarlo y seguir operando a sus anchas en el territorio nacional: el crimen organizado.

Respecto a la pregunta 2, acerca de quienes operarían para asegurar el voto popular a favor de AMLO, hay que considerar que los partidos políticos escasamente pueden contar con grupos y líderes con la capacidad de control férreo del voto, y menos aún de amenazas. Los partidos ya están en franco proceso de extinción, ya se le acaba la fuerza.

Pero las células del crimen organizadosi se pintan solas para mantener aterrorizada a la población, así sea por una causa u otra, siempre que le acarreé beneficio a su “negocio”. Y estas fueron las que operaron en muchas colonias de los municipios del país, primero dando un apoyo que se tradujo en beneficio, y finalmente se convirtió en amenaza, pues ya tenían a la gente “comprometida” y podían “ordenarle” por quien votar, o si no hacen caso, algo terrible puede sucederles…

En 2018 se juntó esta operación a nivel nacional en el sector popular, con el gran descontento de la clase media e intelectuales por los gobiernos anteriores, y así se sumaron los 30 millones de votantes obradoristas.

Para 2021 gran parte aquellos desesperanzados clasemedieros y estudiados ya no le creyeron al Presidente de México y su partido, pero los resultados indican que la operación popular si sigue siendo la misma de 2018, es decir, es permanente.

En el mapa electoral de 2021 ya se refleja una alarmante influencia del crimen organizado en el territorio mexicano: Todos los distritos electorales federales que son frontera con los Estados Unidos, desde Tijuana hasta Matamoros (pasando por Cd, Juárez) los ganó Morena, con excepción de uno con cabecera en Juárez.

Pero si nos vamos a estados como Sinaloa, Michoacán, Guerrero o Oaxaca, también encontramos que la influencia morenista se afianzó en este 2021.

El caso del antes Distrito Federal, ahora denominado Ciudad de México, o CDMX (para no causar fatiga mental), es también sugerente: Las clases sociales están divididas entre oriente y poniente, el primero es más popular y el segundo tiene más estabilidad económica en general. Ya sabemos que Morena recibió un descalabro en el sector poniente, mientras que conservó sus posiciones en el oriente, que colinda y se hace una sola urbe además con los municipios más pobres del Estado de México, como Neza y Ecatepec.

En todo el país el crimen organizado se hace presente con más claridad cada día, y los territorios están marcados: en la CDMX está muy claro que en el sector oriente no solo los morenos rifan, también lo hacen las bandas delictivas. Conclusión geopolítica nacional: donde hay mayor fuerza de Morena y AMLO generalmente hay mayor influencia de grupos del crimen.

En esta realidad y ante los acontecimientos que llenan los noticieros dehechos violentos diariamente, es fácil deducir que un soporte innegable de los triunfos morenistas en dichos territorios son las células de los grupos delictivos relacionados con el narcotráfico.

Lo grave es que la situación no es casual ni gratuita: estamos en México en una realidad de narcoestado, cuando los intereses y poderes del crimen organizado han apoyado candidatos y partidos para sostener una realidad que a quienes más le interesa que siga como ésta, es precisamente a quienes sacan provecho de los negocios ilegales.

Ante esta situación poco podemos esperar de nuestro gobierno. Desde el asesinato de Colosio hasta nuestros días el crimen organizado ha avanzado y sigue avanzando, no se puede ocultar la triste realidad de México.