Por Carlos GALLEGOS PÉREZ
CHIHUAHUA CHIH.- El doctor Mario Aguirre Fuentes, natural de Sabinas, Coahuila, radicado la mayor parte de su vida en Meoqui, fue un gran médico y un hombre de grandes ocurrencias.
Llevó una vida alegre y despreocupada, con un sentido del humor a prueba de toda tristeza.
También fue un excelente jardinero central de potente brazo, miembro de la poderosa novena de Los Diablos Rojos del México de la Liga Mexicana.
Nunca le hizo el feo a un buen pisto ni a una cacería de venados, sin que estas distracciones omnibularan su notable capacidad profesional: era célebre su tino para diagnosticar al tacto, a la pura vista.
Un día agarró la farra y al regresar a casa su esposa le dijo: ” Mejor me hubiera casado con el diablo”.
Oliendo el sabroso guiso que le quitaría la cruda, le contestó al desaire, destapando la olla de sus apetitos: ” No hubieras podido. En México no están permitidos los matrimonios entre familiares”.
Fue muy compa de su colega Hernán Hipólito de la Garza Trevino, nativo de Concepción del Oro, Zacatecas, que también se asentaría en Meoqui de los monitos.
En cuanto cambiaba el tiempo se iban de cacería, ocasionalmente acompañados de Melito, aquel señor que vendía ricos tacos de papa a la entrada del Cine Alcázar local.
Una mañanita fría que ananecieron en Los Ranchos del Norte, el taquero enfermó de la panza.
Sin medicinas para su cura, el doc Aguirre le preguntó que si confiaba en su ciencia. A la afirmativa, de la bolsa de la camisa sacó una pastillita blanca y se la dio empujándosela con un buche de sotol. Santo remedio.
El médico de la Garza lo felicitó por la previsión de llevar un botiquín de emergencia.
” ¿ Cuál botiquín? Me arranqué un botón y se lo di. Su fe en mi hizo el milagro.Míralo. Ya agarró el rifle y se fue tras los venados”.