LAS TECLAS DE LOS ESCRIBANOS

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Por Carlos GALLEGOS PÉREZ

DELICIAS CHIH.- Un par de imágenes del viejo Delicias, ambas de 1961, las dos revelando dos mundos algo diferentes, una frívola y gozosa, otra con ribetes de misticismo y conecte  divino.

Son de la abundante y rica colección del profe Macario Guillén Rosales, quien las regala para sus ojos y sus recuerdos.

En una de ellas, la Momia y Lupita, unas fieras para el guarachazo, compiten en el Segundo Maratón de Baile, certamen celebrado en el salón de la Sociedad Mutualista Miguel Ahumada, el histórico Mutua, testigo y escenario  de  cualquier cantidad de celebraciones y reuniones de variada especie.

La incansable pareja ganó el concurso después de tres días en que sin descanso le sacaron brillo al piso.

El resto de los bailarines se fueron rindiendo, convencidos de que la Momia y Lupita eran invencibles.

Después de que les entregaron el trofeo tan cadenciosamente conquistado, les sobró fuelle y fibra para echarse otra tanda de twist, cumbia y rock liviano.

En la segunda foto, tomada en el atrio de la hermosa catedral de Chihuahua, posa a toda gala un grupo de Caballeros de Colón, orden de la iglesia católica.

Entre estos señores de tan alta distinción  están algunos feligreses  de la parroquia  de Cristo Rey, hoy de Fátima.

Con tan almidonada y abultada vestimenta, seguramente o pagaron viaje especial en algún camión de amplias proporciones, o se fueron caminando, pues en autos normales hubieran  llegado con los sombrerazos chuecos y desplumados.

Entre el selecto grupo está Domingo Gutiérrez,  quien prefirió asistir de traje convencional.

Nuestra micro historia lo consigna como un dinámico empresario, distinguido por haber sido el primer panadero del pueblo. También se retrató Felipe Pineda, autor del nombre del rico pisto que se producía en Bodegas de Delicias, el celebérrimo y mareante Brandy Dorado.

Don Antonio Vicente Máynez, banquero, promotor deportivo, fialántropo, historiador y segundo Cronista del Municipio, igualmente se hizo presente.

Postales de aquel Delicias que se fue con sus soles y sus lunas, con sus calles y avenidas tan anchas y limpias, con sus ventarrones de marzo y abril, con sus candelillos infames que entiezaban los pies de los regadores que madrugaban para soltar el agua para que frutaran sus parcelas.

De aquel Delicias que vive en los corazones de sus hijos y que recurrentemente evocamos gracias a la magia de la fotografía y de las teclas de los escribamos.