Por Carlos GALLEGOS PÉREZ
DELICIS CHIH.- Los Ochoa Orpinel, al menos el Almirante Chacho, cabeza del clan, tienen la singular habilidad de estar presentes y atentos en el justo instante en que van a demoler alguna finca histórica, de pasar por donde se clausura una fábrica que encierra misterios y objetos preciosos a los ojos de los coleccionistas, de encontrar trebejos valiosos en recónditos y polvientos anaqueles.
El Almirante, al ser licenciado como valiente marine que fue durante la guerra de Vietnam, cargó en su costal de lona la caparazón de una bomba voladora, que hasta hace poco tenía en su egoteca.
Si los visita en su casa de Las Granjas, lleve la vestimenta adecuada para amortiguar el efecto de algún estallido retardado.
Hay va diciembre.
Con estos antecedentes, no es raro que hayan guardado para usted estas fotos relativas a la gran industria vinícola que hubo en Delicias durante el siglo pasado.
En Bodegas de Delicias, que estaba en la salida a Saucillo, y en Vinícola Delicias, cuyo hermoso edificio permanece intacto en la calle Lázaro Cárdenas de la colonia Francisco Villa, se producían elíxeres de uva cosechada en la región, al gusto del paladar más exigente.
Unos, como el célebre Brandy Dorado, era de sabor fuerte y mareador, tan mareador que cuando era ingerido por ciertos tomadores poco aguantadores, le reclamaban al barman :” Primo, le pedí nomás un Dorado, no toda la División del Norte”.
También elaboraban vino para consagrar, que en una nada fue la causa de que algunos monaguillos, al darle furtivos traguitos esquivando la mirada del cura, hayan extraviado su vocación sacerdotal.
Era tal la calidad de aquellos caldos, que abarcaban gran parte del mercado nacional y hasta a Sur América se exportaban.
Eran anunciados en la XEW, la estación radiofónica más fifí de la hoy CDMX, y en el Canal 5 de Televisa, en horarios de tanta audiencia que ya quisieran para las mañaneras.
El auge de aquella industria duró cerca de medio siglo, hasta que la mandaron al carajo, término este tan de moda en la 4 T, la competencia, las heladas que achicharraban la materia prima, las sequías recurrentes, el coyoteaje, los cheques de hule, las malas administraciones y los productos sintéticos que adulteraron sus sabores originales.
Hoy de aquello sólo quedan los recuerdos:botellas vacías, etiquetas y ceniceros como las de las fotos, amarillos carteles publicitarios, referencias que son parte de nuestra micro historia.
Si encuentra usted una botella llena, ha encontrado un tesoro.
Saboréela despacito.Le sabrá a madera, a pisto caro. Le encontrará un regusto al Delicias de antes.
A sus órdenes si le sobra un sorbito.