DOS MUNDOS, UN SOLO AFÁN

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Por Carlos GALLEGOS PÉREZ

DELICIAS CHIH.- El ingeniero Carlos Guillermo Blake Arias, fundador en jefe de Delicias, con su familia.

La foto, de la colección Cano Blake, fue tomada en los últimos días de marzo de 1933, a nada de que ahí, donde están, en el enclave de lo que serían la avenida 6a y la calle Central Norte, fuera abierta la primera vialidad del asentamiento humano donde hoy vivimos.

Hay les encargo el color del carro.

De acuerdo a las fechas actuales, vamos a ver lo distintas que eran las fiestas navideñas de aquel lejano tiempo de lo que son ahora.

Los arbolitos navideños, en las contadas casas en que eran colocados, ni qué esperanza de que fueran artificiales.

Eran mezquites secos llenos de espinas adornados con capullos de algodón y wícharas silvestres pintadas color plateado.

Como no había luz eléctrica, sólo quinqués a base de queroseno o petróleo, tampoco colgaban extensiones de foquitos en las fachadas de adobe.

En vez de pavo horneaban en las estufas de leña la gallina más gorda del corral, recién despescuezada y pelada en agua hirviendo.

Algunos cazaban un cócono silvestre que agarraban descuidado.

Cuando Santa se extraviaba en su trineo aéreo y por falta de logística entraba a alguna chimenea de aquel caserío de tierra y polvo, no dejaba Spidermans ni Chukys.
Si acaso un trompo hechizo punta de clavo,un balero tiznado al hay se va, una muñeca de trapo, madera o sololoy, con ojos de vidrio coloreados de azul, generalmente subidas de peso.

En la otra toma, del tesoro de Quirino Zubía, que data de antier, o sea de 1939, admiramos el esplendor de la Mayers Company, cuyo nombre sería traducido al cristiano como Casa Mayers, uno de nuestros tesoros arquitectónicos perdidos en el horizonte negro del descuido y la negligencia.

Al fondo, un aerodinámico automóvil con la puerta abierta, listo para arrancar a la desaforada velocidad de 50 kilómetros por hora, cuando no hasta a 60.

Más atrás, bajo el cielo límpido y cerúleo, el local de la Asociación de Algodoneros, que quedaba donde hoy está la gasolinería ubicada frente al Hotel Dorado.
Otro mundo.

Quizá mejor que el actual, quizá peor. Eso depende del prisma de cada quien.
Si cree que fue mejor el de aquellos ayeres, ni hablar: éste nos
tocó y, sin quejumbres, a darle, a mejorarlo para los que vienen.

Aprovecho para desearles a todas, todos y todes, una muuy feliz navidad.