Por José Luis JARAMILLO VELA
DELICIAS CHIH.- Después de terminada la Guerra de Independencia en 1821, como es de suponer, quedaron resabios, rencores, agravios, así como sectores reacios a reconocer la independencia de México, como los españoles radicados en el país, los altos mandos militares, los grandes hacendados y terratenientes, los poderosos empresarios de la época y por supuesto, la Corona Española. Todos estos sectores ejercían presión al Rey para que lanzara una ofensiva de reconquista y recuperar a la Nueva España, ahora ya convertida en México Independiente.
Hubo muchos ataques, escaramuzas y asonadas aisladas en el intento de reconquista, patrocinadas por los ricos de la época que no fructificaron; en 1825 el Rey Fernando VII, decide reconquistar a la Nueva España y envía tropas y buques al mando del Mariscal de Campo Pedro García Dávila, pero son derrotados por el Almirante Pedro Sáinz de Baranda, consumando así de forma definitiva la Independencia de México. Después de esto, los buques de la Armada Española con base en Cuba eventualmente acechaban y asediaban el Golfo de México y las costas de Texas, Tamaulipas, Veracruz, Tabasco, Campeche y Yucatán, sin atacar, pero generando nerviosismo en la población.
Ante esta situación, el Presidente Guadalupe Victoria decide ponerle un alto al Rey Fernando VII y ordena atacar e invadir a Cuba con la finalidad de hacerse de la isla y echar a los españoles de la región; el intento no fructificó, la Armada Española era la más grande y mejor preparada del mundo en esa época, la invasión no se pudo llevar a cabo, pero la Corona Española si entendió que debía dejar en paz a México. Aún así, España seguía sin reconocer a México como un país independiente.
En 1833, al morir Fernando VII, asume la Corona su hija Isabel II, quien, por ser menor de edad, muchas de las decisiones fueron tomadas por su madre María Cristina de Borbón, entre ellas una postura más liberal y abierta de su gobierno hacia la población y hacia el resto del mundo, dadas las condiciones de España en ese momento. De manera simultánea, en México todavía había mucha turbulencia e inestabilidad política, económica y social y la Republica no terminaba por asentarse y despegar, por este motivo los sucesivos gobiernos necesitaban del reconocimiento internacional; el Presidente Valentín Gómez Farías comenzó una política de acercamiento con la Iglesia, con el fin de buscar el reconocimiento de la Santa Sede al Gobierno Mexicano.
En 1835 el Presidente Antonio López de Santa Ana, con el apoyo de la Iglesia Mexicana y del Sacerdote Francisco Pablo Vázquez, solicita ante la Santa Sede el reconocimiento del Gobierno mexicano y de México como un país independiente, al mismo tiempo que nombra al diplomático Miguel de Santa María como Embajador y Ministro Plenipotenciario de México en Inglaterra, quien además de consolidar las relaciones con el Reino Británico, tenía la instrucción de reiniciar los procedimientos necesarios para buscar el restablecimiento de las relaciones diplomáticas con la Corona Española.
De inmediato Santa María se puso en contacto con el ministro de la Corona, Martínez de la Rosa, quien fue el encargado de recibir el primer intento de México por restablecer relaciones con España, pero el Rey Fernando VII había rechazado la posibilidad, ya que todavía tenía la idea de coronar a su hermano Carlos María Isidro de Borbón como rey en México, situación que se disipó a su muerte; ahora, gobernando su hija Isabel II, con la asesoría de su madre María Cristina, la situación era otra.
También en Europa eran tiempos de cambios y ahora la Corona Española estaba abierta a la posibilidad de establecer relaciones diplomáticas con el México Independiente; para ello la Reina Isabel II, designa al Ministro de la Corona, José María de Calatrava y Peinado para que sea el encargado de negociar con el representante del Gobierno de México. Desde un inicio, Santa María y Calatrava congeniaron y se entendieron muy bien, ambos tenían la misma visión política y no tardaron mucho en establecer un buen acuerdo político y diplomático.
Mientras tanto en El Vaticano, el Sacerdote Francisco Pablo Vázquez, enviado por Santa Anna, hacía lo propio ante la Santa Sede para que fuera reconocido el México Independiente y el Gobierno Mexicano; coronando con éxito su misión cuando el 29 de noviembre de 1836, el Papa Gregorio XVI lo recibe en audiencia para notificarle el beneplácito del reconocimiento de la Santa Sede hacia el México Independiente y el Gobierno Mexicano; esto por supuesto, fué recibido con sumo agrado por el Presidente José Justo Corro, al igual que por la Iglesia en México.
Justo un mes después, Miguel de Santa María y José María Calatrava, que ya habían logrado un acuerdo político y diplomático muy benéfico para ambos países, son recibidos en Madrid por la Reina Isabel II y la Reina Madre María Cristina; de esta forma el 28 de diciembre de 1836 la Reina de España Su Majestad Católica Doña Isabel II y la Reina Madre Doña María Cristina de Borbón, firman los “Tratados de Santa María – Calatrava”, mediante los cuales, la Corona Española reconocía plenamente a México como un país totalmente Independiente y a su Gobierno; estableciendo relaciones diplomáticas entre ambos países, nombrándose a los primeros representantes diplomáticos: Miguel de Santa María por México ante el Reino de España y Salvador de Javira por el Reino de España ante el Gobierno Mexicano.
Políticamente se le dio el nombre de “Tratados de Santa María – Calatrava”, pero realmente y para efectos diplomáticos su nombre real fue “Tratado Definitivo de Paz y Amistad entre la República Mexicana y Su Majestad Católica la Reina Gobernadora de España” ; en el cual ambos países ponen término a las diferencias que hubiere entre sus gobiernos y entre sus gobernados, a mirarse como hermanos y a establecer relaciones diplomáticas, bajo el espíritu de una paz y una amistad sincera y para siempre. En dicho tratado, España reconoce como México Independiente al territorio comprendido desde la Península de Yucatán hasta las Altas Californias, Texas, Nuevo México y Arizona, la Península de Baja California, así como a todas las islas e islotes comprendidos dentro de sus costas y que fueron propiedad de la Corona Española.
También se decreta la amnistía a todos aquellos presos políticos, a los desterrados y perseguidos políticos de un país en otro, declarándolos hombres libres; de igual manera, los ciudadanos de ambos países serán acogidos por las leyes de cada país en cuanto a derechos legales sobre propiedad y litigios. Se procede también a establecer a la brevedad un tratado de comercio y navegación sobre los principios de recíprocas ventajas para uno y otro país, tanto en lo comercial, marítimo y arancelario.
Pero lo más importante fué el acuerdo de no agresión ni invasión mutua ni a ninguno de sus territorios y protectorados; así como ayudarse en la identificación, detención y expatriación de aquellas personas que intentasen conspirar o atentar contra ambos países. México se obligaba también a renunciar a sus apetitos por invadir a Cuba y a la potestad que la Nueva España tenía sobre las Islas Filipinas, que eran propiedad de la Corona Española, administradas y controladas desde la Ciudad de México por el Virrey de la Nueva España.
A partir de la firma de estos tratados, la relación entre México y España ha transitado por diversos escenarios y momentos, pero siempre ha persistido la cordialidad, el entendimiento, la política y la diplomacia. El momento más difícil de esta relación se dio en 1936, cuando el General Francisco Franco Bahamon de asumió la dictadura militar y el control del Gobierno Español, entonces la relación se tensó bastante y se rompió totalmente cuando el 1 de enero de 1940 el Presidente Lázaro Cárdenas rompe relaciones diplomáticas con el régimen Franquista y ordena el cierre de la Embajada de México en España y el retiro de todo el personal diplomático acreditado, esto debido a la disolución por parte de la dictadura militar de las instituciones democráticas y de las garantías individuales del pueblo español y la consecuente Guerra Civil Española.
Durante 37 años las relaciones México – España estuvieron rotas totalmente, en 1975 termina la dictadura militar en España y asume el control del gobierno el Rey Juan Carlos I de Borbón, instaurando el régimen de una monarquía democrática; a partir de ese momento, el Gobierno Español inicia los procedimientos diplomáticos ante el Gobierno Mexicano para restablecer las relaciones entre ambos países, mismos que fructificaron dos años más tarde.
En 1950 ocurre un incidente: el dictador Francisco Franco envía a México a José Gallostra y Coello de Portugal, un diplomático y amigo personal de Franco; Gallostra se introduce al país con la intención de contactar a grupos de franquistas en México; el gobierno del Presidente Adolfo Ruiz Cortines se da cuenta de la presencia, de los movimientos y de las intenciones de Gallostra y decide detenerlo, pero es asesinado en la Ciudad de México antes de su detención; presumiblemente por grupos franquistas que no querían verse delatados ante un posible interrogatorio.
El 1 de julio de 1977, el entonces Presidente José López Portillo, restablece las relaciones diplomáticas con España, reabriendo la Embajada en Madrid y designando como nuevo Embajador Plenipotenciario ante el Reino de España al ex presidente Gustavo Díaz Ordaz; a su vez, España reabre su Embajada en México, enviando al Embajador Luis Coronel de la Palma, Marqués de Tejada, como su nuevo embajador ante el Gobierno Mexicano.
En la actualidad, la Embajada de México en España es la segunda embajada más importante para el Gobierno Mexicano en el mundo, después de la Embajada en Washington. Las relaciones entre ambos países son muy buenas y estables, aunque sufrieron una ligera perturbación a raíz de desafortunadas declaraciones del Presidente de México; recientemente el Gobierno Mexicano propuso a Quirino Ordaz Coppel, ex gobernador de Sinaloa para sustituir a la Embajadora María Carmen Oñate Muñoz en el cargo, quien tras una larga carrera diplomática se retira del Servicio Exterior Mexicano, pero ni el Gobierno Español ni el Reino de España dieron su beneplácito para dicho personaje.
Les deseo un bonito fin de año 2021 y que la esperanza de un mejor 2022 permanezca en todos los que amablemente toman un poco de su tiempo para leer estas modestas reseñas.
José Luis Jaramillo Vela
Fuentes Bibliográficas:
+ sre.gob.mx
+ acervohistorico.sre.gob.mx
+ exteriores.gob.es
+ elconfidencial.com
+ elpaís.com
+ Wikipedia