Por: José Luis JÁQUEZ BALDERRAMA
CHIHUAHUA CHIH.- La prensa libre en México, como en otros países de América Latina, sufre una andanada de ataques de gobernantes y delincuentes, además del arribo a esta noble profesión de “seudoperiodistas” y la creciente desinformación con el fenómeno de las redes sociales.
José Luis Esquivel Hernández en su libro Los Siete Pecados Capitales del Periodismo señala: “en México, la crisis de confianza es idéntica, tanto que la gente dice que si no hay que creerle ni al presidente, menos a los profesionales de la noticia”.
“Publícalo, pero no lo platiques”, dicen en broma quienes se mofan de la seriedad y penetración de los mensajes periodísticos.
Es importante recalcar que a pesar de las campañas de desprestigio, atentados y denuestos contra los medios de comunicación, el periodismo independiente mantiene firme su respaldo a la democracia y defensa de los derechos humanos.
Hay quienes afirman que el periodista es el “agorero del mal”, pero verdaderos académicos y líderes sociales puntualizan que no se puede culpar al mensajero de las noticias desagradables. Uno de ellos es James Deakin en sus “Facetas”.
En la actualidad se debate entre los defectos y pecados, pero hay que considerar al auténtico periodista, aquel que tiene virtudes y fiel defensor de la libertad de expresión.
“Está lleno de locos iluminados, con ganas de ser santos, generales, políticos, artistas. Deseosos de conocerlo todo”, escribió Juan Luis Cebrián, exdirector del periódico español El País.
Es menester de todos los auténticos periodistas revertir la tendencia negativa que muchos tienen hacia esta noble profesión, por ello la necesidad de la capacitación y el seguimiento de los principios deontológicos. No hay que olvidar la razón de ser.
Asimismo debemos reconocer los males que aquejan al periodismo. No hay por qué temer a la autocrítica.
En el libro “El Parlamento de los Pueblos”, editado por la escuela decana de periodismo en México, “Carlos Septién García”, se establece en su ideario la forma de actuar del periodista, destacando: “la verdad, el bien y la belleza, como valores que todo hombre debe compartir”.
Agrega: “La verdad es la esencia del ser mismo y la profunda adecuación entre lo que se piensa y lo que existe. El conocimiento de la verdad es necesario para que la persona se realice y abra su inteligencia y su sensibilidad a todos los auténticos valores de la vida. Y el bien consiste en la realización de cada ser de acuerdo con su esencia y en cada hombre, en cumplimiento de su propio destino”.
Por ello, la educación debe tender hacia la formación del hombre en la veracidad, en la conducta limpia y en la creatividad iluminada.
En tanto el premio Nobel de Literatura de 1989, el escritor y también periodista español, Camilo José Cela, dijo ante la Asamblea de la Sociedad Interamericana de Prensa el 28 de septiembre de 1991: “Decir la verdad, pues la mentira no es noticia y, aunque por tal fuere tomada, no es rentable”.
Tomás Eloy Martínez, uno de los mejores escritores argentinos en la época reciente, escribió: “el periodismo no tiene sino dos formas que cuidar: la de su herramienta -el lenguaje- y la de su ética”.
Un mensaje final para los auténticos periodistas, “el principio de la salud es reconocer la enfermedad”.
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