Historia oculta de México: Los batallones de la Mermelada

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Por: José Luis JARAMILLO VELA

DELICIAS CHIH.- Aunque tal vez el título pueda parecer engañoso, no se trata de ningún pasaje histórico que nos hayan querido ocultar o esconder; simplemente son jirones de historia que se van perdiendo o escondiendo en el inmenso entramado de la vasta historia de nuestro país.

En relación con los Batallones Mermelada, existen dos referencias en distintos hechos y diferentes épocas de nuestra historia; veamos a el primero de ellos.

Al iniciar el cura Miguel Hidalgo y Costilla el movimiento de independencia en el pueblo de Dolores, Guanajuato, el 15 de septiembre de 1810, éste se propagó rápidamente por todos lados; la noticia llegó a Oaxaca, que por aquellos años se le llamaba Antequera, donde estaba uno de los peores enemigos que tenía el cura Hidalgo dentro de la Iglesia.

Me refiero al Obispo Don Antonio de Bergoza y Jordán, un clérigo español que tenía aspectos contrastantes en su haber y en su forma de conducirse; por ejemplo, era un fiel seguidor del movimiento cultural e intelectual llamado Período de la Ilustración, que inspiró profundos cambios como la Revolución Francesa; por otra parte, fue un férreo defensor de la Monarquía Española, de tal manera que para algunos, el Obispo Bergoza era un Ilustrado, para otros un reaccionario y para otros más era un oportunista, aunque para la gran mayoría era todo eso menos clérigo.

El Obispo Antonio de Bergoza y Jordán es enviado a la Nueva España, como Inquisidor General de la Santa Inquisición, y es precisamente en el desempeño de este cargo donde inicia la enemistad entre el cura Miguel Hidalgo y el Inquisidor Bergoza, debido a las posturas liberales de Hidalgo y otros clérigos que no estaban ya muy de acuerdo con los métodos inhumanos de la Santa Inquisición; en ese momento, Hidalgo ya estaba en la mira de Bergoza y de la Santa Inquisición debido a sus posturas y postulados, siempre en favor de los desprotegidos y sus homilías anti monárquicas, lo que hacía del cura Hidalgo un hombre muy querido y respetado en la región de Guanajuato, Querétaro Jalisco y Michoacán; el entonces Virrey Félix Berenguer de Marquina y Fitzgerald, le ordena al Inquisidor Bergoza suspender la acción inquisitoria contra Hidalgo, debido a su carisma y popularidad, también porque ya se comenzaban a escuchar los clamores de inconformidad, y el Virrey no quería avivar una insurrección.

Entonces ya para 1810, cuando Hidalgo inicia el Movimiento de Independencia, Antonio de Bergoza y Jordán era el Obispo de Antequera (Oaxaca) y al enterarse de la insurrección de Hidalgo, su primera reacción fue la de excomulgar a Hidalgo y a todos los jefes insurgentes; llamando a Hidalgo un “poseído de Satanás y del infierno”; en octubre de 1810, Bergoza logró que el Virrey Francisco Xavier Venegas de Saavedra y Rodríguez de Arenzana suspendiera los tributos a los indígenas y a los criollos oaxaqueños, a cambio de que se sumaran a la lucha contra los insurgentes; el Intendente de Antequera, José María Murguía y Galardi se sumó a Bergoza, proclamando la total sumisión y defensa de Oaxaca a la Corona Española y su lealtad al Rey Fernando VII. Con estas acciones, rápidamente el Obispo Bergoza convirtió a Oaxaca en el principal bastión en contra de la Guerra de Independencia y del Movimiento Insurgente.

El Jefe de los Ejércitos Realistas, General Félix María Calleja envía tropas a Oaxaca en apoyo al Obispo Bergoza y al Intendente Galardi; tanto Calleja como el Virrey Venegas estaban convencidos de que si derrotaban a los insurgentes en Oaxaca, terminarían definitivamente con el movimiento insurgente, por lo que se concentraron en fortalecer el bastión de Oaxaca.

Por su parte, el Obispo Bergoza formó brigadas militares con los jóvenes criollos oaxaqueños, con todos los seminaristas y clérigos de su amplia jurisdicción y con mestizos e indígenas, todos ellos beneficiados por la suspensión de tributos y los puso bajo las Órdenes del Coronel Don Bernardino María Bonavia y de Zapata, un militar español del Ejército Realista, descendiente de italianos, quien llegó de España a través de un entramado de intereses y conexiones con los grupos de poder de la época; Bonavia era muy buen militar, pero su especialidad era aprovechar sus relaciones para beneficio personal, se dice de él que era sumamente corrupto.

EL BATALLÓN MERMELADA

En octubre de 1810, el Coronel Bonavia toma el mando de las brigadas militares que le envió el Obispo Bergoza, para su sorpresa y disgusto, les habían puesto un uniforme color morado, generando la burla de la población civil y por supuesto de los rebeldes insurgentes, que no tardaron en llamarlos El Batallón de la Mermelada, pese a todo, Bonavia empezó a hacer su trabajo, al insertarlos en el Ejército Realista, las burlas y las risas no se hicieron esperar por parte de la tropa y oficiales, sin importarles, el Batallón de la Mermelada inició sus operaciones en defensa de la Corona Española. Mientras tanto, en el Rancho Cacalote en Michoacán estaba Miguel Hidalgo decidido a sembrar la insurrección en Oaxaca y derrotar a Bergoza, para ello envió a los jóvenes Miguel López de Lima y José María Armenta, con el fin de iniciar y promover la insurrección en Oaxaca; ambos jóvenes militares fueron interceptados por soldados del Batallón de la Mermelada en el poblado de Jalatlaco y fusilados por órdenes del Coronel Bonavia; ésta fue la primera intervención del citado Batallón.

Hidalgo entiende que no va a ser fácil y envía una sección de tropas, las cuales son derrotadas por Bonavia y su Batallón de la Mermelada, siendo fusilados públicamente los jefes insurgentes en la Plaza de Antequera (hoy Oaxaca); meses más tarde, a la caída y fusilamiento de Hidalgo y Allende en Chihuahua, toma el mando de la Guerra de Independencia y del Movimiento Insurgente José María Morelos y Pavón y junto con él los Jefes Nicolás Bravo, Vicente Guerrero, Guadalupe Victoria, Mariano Matamoros y Hermenegildo Galeana.

De inmediato Morelos envía a Valerio Trujano, hombre de su confianza con la orden de apoderarse de Oaxaca definitivamente; Trujano entra a tomar Huajuapan, pero los soldados del Batallón de la Mermelada lo sorprenden y sitian la ciudad, librando una batalla que duró 111 días sin tregua ni cuartel, al final, Morelos que estaba muy ocupado con el Sitio de Cuautla, gana esa batalla y ahora tiene la posibilidad de irse sobre Oaxaca, envía refuerzos con el General Hermenegildo Galeana en apoyo de Valerio Trujano y finalmente derrotan al Batallón de la Mermelada en Huajuapan, pero la victoria le costó la vida a Trujano, quien murió en la batalla final.

Mientras Hermenegildo Galeana estaba apoyando a Valerio Trujano en Huajuapan, Morelos envía a Nicolás Bravo a cortar el paso por el Puente del Rey hacia Orizaba, mientras que Vicente Guerrero cortaba los caminos hacia Puebla y Ciudad de México, y Mariano Matamoros hacía lo mismo en las rutas a Chilpancingo, con esto impedían el paso de suministros y tropas hacia Oaxaca y asfixiaban al Ejército Realista; mientras los demás jefes cortaban los caminos, Morelos y Guadalupe Victoria avanzaron sobre Antequera, la capital de Oaxaca, donde encontraron una fuerte oposición de los Realistas, hasta que finalmente los vencieron, pero no habían terminado, faltaba un bastión por vencer.

En Antequera existía un fuerte que estaba rodeado por un foso de agua, y dentro del fuerte estaba el Batallón de la Mermelada, encargado de su custodia y su defensa, era el último bastión Realista por vencer para ocupar Oaxaca definitivamente; Morelos le encarga a Guadalupe Victoria tomar ese fuerte, era un punto muy difícil ya que desde el fuerte el enemigo podía ser un blanco fácil.

Guadalupe Victoria vio que sus soldados titubeaban al acercarse al foso de agua, por lo que decidió lanzar su espada a la otra orilla y les dice a sus tropas:

“Va mi espada en prenda y voy por ella”, lanzándose al agua y motivando con ello a sus soldados, que se lanzaron junto con él, alcanzando la orilla y derrotando al Batallón de la Mermelada, para tomar definitivamente Oaxaca para el Movimiento Insurgente.

EL BATALLÓN MERMELADA II

De este Batallón hay muy poca referencia, pero se sabe lo siguiente: en 1847, treinta y cinco años más tarde de los acontecimientos anteriores, en la Batalla de la Ciudad de México, durante la invasión estadounidense, brevemente vuelve a mencionarse el Batallón Mermelada, pero esta vez de forma peyorativa por parte de la ciudadanía.

El General Winfield Scott había tomado el Puerto de Veracruz, librando batallas poco a poco iba acercándose a la Ciudad de México que se preparaba para su defensa, el General Antonio López de Santa Anna había vuelto a tomar la Presidencia de la República, después de haber derrocado en forma traicionera al Presidente Valentín Gómez Farías; Santa Anna, que se había apoyado en Los Polkos (batallones de la Guardia Nacional apoyando a EEUU y traicionando a México), estos batallones conformados por muchachitos de la élite de la Ciudad de México, unos auténticos juniors con aspiraciones militares y de aventura, ahora Santa Anna los necesitaba para agregarlos a la defensa de la Ciudad de México, para ello, “Su Alteza Serenísima”, les había mandado confeccionar uniformes en rojo a los batallones de la clase alta, muy al estilo del ejército de Napoleón, por quien Santa Anna sentía gran admiración. Ya desde aquí se les etiquetó como el “Batallón de la Mermelada”, a estos juniors.

El General Winfield Scott estaba ya tocando las puertas de la Ciudad de México, con un estado de fuerza de 12,000 soldados, 3,000 mercenarios y 3,000 refuerzos que habían tomado Veracruz; la Ciudad de México se aprestaba a defenderse con 5,000 soldados y 3,000 indígenas del Valle de México, además esperando al batallón de Santa Anna, pero resulta que de repente todo sale mal.

Los uniformes de los soldados fifí no estuvieron listos y los muchachitos deciden no ir a defender a su ciudad ni su país, y se marchan a casa con la vergüenza y la burla pública sobre sus espaldas, y  ya con el mote en sentido peyorativo del Batallón Mermelada, aludiendo no al color del uniforme, sino a su cobardía, ante esto, el Presidente López de Santa Anna de la manera más cobarde y ruin que pueda existir (será tema de otra reseña), huye también, dejando abandonada la Ciudad de México, a sus tropas y a la población civil, refugiándose en Oaxaca, de donde es expulsado por el entonces Gobernador Benito Juárez, terminando por solicitar asilo político en Colombia. Abandonados a su suerte, la sociedad civil y el pueblo responden y se juntan 9,000 civiles (abogados, comerciantes, carpinteros, rancheros, y gente de a pie, etc.) para defender su ciudad y su país.

Al final, la Ciudad de México es tomada por los gringos, no sin una defensa heroica de los ciudadanos.

Esta fue la historia de los Batallones Mermelada, uno formado para defender al Virreinato de la Nueva España en contra de los insurgentes, es decir mexicanos peleando en contra de su propia independencia.

El otro formado por jóvenes aristócratas que a final de cuentas optaron por no defender a su país e irse a su casa.