EL OSO GARCÍA CONTRA CARMEN SALINAS

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  • El gran Armando Muñiz Hurtado

Por Carlos GALLEGOS PÉREZ

DELICIAS CHIH.- Nació en el centro de Delicias, en el corazón comercial de la ciudad.
Muy pequeño se lo llevaron a ciudad Juárez, enseguida a El Paso, Texas, y luego a Los Angeles.

Ya llevaba el germen de la grandeza en la fuerza de sus puños, como dice el corrido de José Becerra compuesto por José Alfredo, así como en el valor suicida que lo distinguiría en los rings, en la vergüenza deportiva que le ganaría el mote de “el hombre”.

De la soleada California la familia se regresó a El Paso, donde el joven deliciense se aficionó al box, destacando en el amauterismo hasta llegar a la selección nacional.

Representó a su país adoptivo en la Olimpiada de México 68, llegando hasta cuartos de final.

En 1975, ya en el profesionalismo, estaba clasificado como el noveno Welter del mundo y fue escogido como víctima propicia para otra victoria del campeón mundial de la categoría, el formidable Mantequilla Nápoles.

La pelea fue en el caluroso Acapulco y el tozudo muchacho oriundo de Delicias le puso una paliza al gran cubano, pero lo robaron impunemente.

Se armó tal trifulca que los trancazos se extendieron hasta las gradas, donde el Oso García, primo de Armando, se dio un tiro con Carmen Salinas, porrista del Mantecas.

Hubo revancha pero perdió, ahora sí a la buena, y aún tuvo arrestos para una tercera oportunidad, fracasando por estrecho margen en las tarjetas.

Se retiró con 417 rounds combatidos a todo tren.

Egresado universitario, vive en Riverside recordando a Delicias y sus noches de guantes, sudor y sangre.

Jesús Matador Chávez, nativo de Santa Bárbara, es el único púgil chihuahuense en ganar dos campeonatos mundiales de box.

Muy chico se a Chicago, donde empezó su carrera en los encordados.
Punch, fortaleza y valor fueron sus principales atributos.

En poco tiempo se convirtió en la estrella ascedente de los rings gabachos, pero se metió en lío y fue deportado a México.

Vino a parar a Delicias, a la casa de su abuela paterna, en la avenida 20 Poniente.
En tanto litigaba su asunto, se puso a entrenar y era un cuadro cotidiano verlo correr por esas calles, escoltado por su perro y ocasionalmente por el cronista deportivo Guero Gardea.

De regreso en gringolandia, ya con un sólido récord en tarimas nacionales, conquistó sus dos cetros mundiales luego de una pelea perdida ante Floyd Mayweather.
Su segunda corona, la de peso ligero, la obtuvo de manera trágica: subió a pelear luciendo la gorra de Los Algodoneros y su rival, Leavander Johnson, falleció días después de ser noqueado.

Cayó en un bache depresivo del que lo sacó, increíblemente, la familia del difunto, convenciéndolo que se había tratado de un accidente, que no se retirara, como pensaba hacer.

Después de otras peleas y otra chanza campeonil, dijo adiós y desde entonces vive en Austin, dedicado a entrenar púgiles para la empresa de Oscar de la Hoya.
Estas fotos se las envían las familias Guillén Porras y Sandoval Martínez.