La política en México cada vez más lejos de la gente

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Por Luis Silva GARCÍA

CD. JUÁREZ.-Pese a que en muchos rumbos del planeta Tierra, en otros países y en otros continentes, desde hace años, y ya decenios, han corrido los vientos de la democracia, los sistemas de gobierno se han acercado a las personas y las exigencias incluyentes son cada vez más claras, en México parece que vamos para atrás.

Realmente la política no puede observarse de manera aislada de los fenómenos sociales y económicos en un sistema: si los indicadores de salud, educación, ingreso económico familiar, nutrición, seguridad, trabajo, etc., han ido para abajo de manera estrepitosa durante años y años, ingenuo sería esperar que la política creciera y se desarrollara en este contexto actual.

Pero lo que si espera la ciudadanía(“la esperanza en la última que muere” dicen) es que por lo menos los que tienen una responsabilidad pública hagan el esfuerzo para que las cosas mejoren, que se les vean ganas, al menos eso pedimos.

Pero no, a ningún nivel se ven resultados, ni en los gobiernos locales, ni en el estatal, y menos aún en el nivel federal se han visto logros en beneficio de la ciudadanía, que sean dignos de la confianza de los gobernados.

Y si hacemos la revisión por poderes, que el ejecutivo, o el legislativo, o el judicial, pues es la misma gata, nomás que revolcada, ya que la desconfianza en los gobernantes, sin importar el nivel o poder, es ya a un grado de escándalo.

En épocas anteriores se fue desgastando más la imagen de los gobernantes que tienen contacto más inmediato con la gente, los alcaldes, diputados del Congreso Estatal, o el nivel ejecutivo; pero el legislativo (el Senado de la República, por ejemplo) y sobre todo el poder judicial, gozaban de mayor prestigio.

Pero durante los últimos años ha salido a la luz pública cada escándalo que ya no se puede confiar en nadie, cuando no se andan peleando por los cotos de poder, se descubren vergonzosas conductas personales que dejan pálidas de asombro a las telenovelas de Azteca y Televisa.

Y ni que decir de los encuentros a trompadas y botellazos que ya son casi normales en los recintos públicos y salas de congresos, cual si fueran arenas de lucha libre con circo, maroma y teatro; sin faltar los hilillos de sangre corriendo por los rostros de nuestros muy dignos representantes populares.

Si intentamos un análisis del quehacer político considerando la situación geográfica, ya tampoco podemos presumir que en ciertas zonas del país se encuentren gobernantes más eficientes y honestos. O que al menos hagan algo de trabajo, aunque roben, decían antes.

Ahora ni eso: La fama que tenía la región norte del país, donde se decía que había más personajes políticos luchones por la democracia, se ha ido al traste. La realidad de desesperanza ante la actividad pública en todo México ya es uniforme. Ya no se puede creer en nadie.

Hace muchos años se confiaba en la policía, y todavía no hace tantos en el ejército, pero hoy en día se tiene más temor a una autoridad que, una y otra vez, ha demostrado que defiende primero al delincuente que al ciudadano.

Queda revisar la actuación de los políticos desde la óptica de los colores, es decir, de acuerdo a sus partidos y su filiación partidista, y aquí el resultado es igualmente triste y quizá es donde encontramos un panorama más desalentador.

Estoy seguro que muchos mexicanos, que hemos tenido en algún momento una expectativa de cambios positivos, ahora nos sorprendemos a nosotros mismos respondiendo las encuestas de calificación de gobernantes y de intención de voto, con una calificación reprobatoria para todos los actores públicos; y a la hora de señalar preferencia por algún partido político, pues no hay ni a quien irle.

Ya no hay opción política que dé una esperanza, y supongamos (solamente por hacer un ejercicio mental) que apareciera en México ahora un personaje que pudiera y quisiera hacer las cosas bien para enderezar esta nación (alguien tipo Nelson Mandela, por ejemplo), ¿cuánto tiempo le llevaría lograr resultados de recuperación en los índices económico, salud, educación, seguridad, etc.? De perdida unos 25 años, para empezar.

Pero (otro pero), dicho personaje no se ve por ningún lado; es más seguro que las cosas sigan como hasta ahora, con beneficio de unos cuantos y en alianza con el crimen organizado, que ya son muchas veces quienes mandan y rifan en las regiones.

Cualquier sistema que produzca resultados de beneficio común y crecimiento social en un régimen, goza siempre de una importante participación ciudadana en el ejercicio público, lo que lleva a incrementar los índices de transparencia, rendición de cuentas y combate a la deshonestidad y malas costumbres.

Pero hoy en México la ciudadanía es un cero a la izquierda, incluso maltratada por su gobierno, símbolo claro de que la brecha entre gobernantes y gobernados es cada vez mayor. No se ve aún luz al final del túnel.