- Manda el “pragmatismo”, “oportunismo” y “chantaje”
- La familia y universidades públicas, mejor valoradas
CHIHUAHUA CHIH.- No es sorpresa que los partidos políticos en México son los que menos confianza inspiran a la población, sobre todo por la corrupción y malos gobernantes.
En la Encuesta Nacional de Cultura Cívica de 2020 y estudios de opinión de 2021, a cargo del Instituto Nacional de Estadística y Geografía y el Instituto Nacional Electoral, los partidos políticos se encuentran en último lugar respecto a la confianza, pues el 76.4% de la población de 15 a más años dijo confiar poco o nada. Solamente el 21.8% les tiende la mano.
Mientras que las universidades públicas son de las mejor valoradas, ya que 23.9% de los mexicanos dice tener poco o nada de confianza en ellas, en tanto que 70.1% contestó tener mucha o algo de confianza. El 86.7% de la población identificó a los familiares como los actores de mayor confianza.
De los encuestados de 15 años a más, 73.4% dijo saber o escuchado lo que es la democracia. De ese universo, el 52.7% dijo sentirse muy o algo satisfecha con respecto a la democracia, mientras que 46.8% dijo estar poco o nada satisfecha.
En materia de corrupción, 86.2%de los mexicanos está muy en desacuerdo con que los servidores públicos utilicen los recursos del erario para beneficio personal. El problema endémico de nuestro país.
El 86.3% de la población consideró frecuentes los actos de corrupción en el gobierno. El 4.8% opinó que en México se respeta “mucho” la ley; 44.3% que “nada”; 33.5% que “algo” y para 16.8% no se respeta “nada”.
El INE y la UNAM presentaron el pasado 14 de octubre de este año, el Informe País 2020: “El curso de la democracia en México”, en colaboración con el Programa de las Naciones Unidas para el Desarrollo, en el cual destaca que el 77% de los mexicanos están desilusionados de los políticos.
Los senadores, diputados federales y legisladores locales tienen el mismo nivel de confianza que un agente de la Policía Estatal o Municipal. Estos políticos no defienden los intereses de la población, más bien a un grupo y beneficio personal.
Son los mismos “líderes” de los partidos, así como la clase gobernante y legisladores (claro, no todos) los que se han encargado de “prostituir” las ideologías.
En la actualidad poco a nada importan los principios históricos, filosóficos y sociales que le dieron origen a los partidos. Hoy manda el pragmatismo, el oportunismo o la “triangulación” política.
La “triangulación política” agarró fama cuando la utilizó como estrategia Bill Clinton para buscar la reelección presidencial en 1996, a recomendación de su jefe político, Dick Morris. Es cuando el político presenta una posición por encima o entre los lados izquierda y derecha (o “alas”) de un espectro político democrático.
Más claro, significa tomar (hacer tuyas) ideas y propuestas de los contrincantes o enemigos políticos. Clinton se posicionó con republicanos y demócratas y logró su fin.
Los teóricos aseguran que la lógica detrás de esto es que se atribuye el mérito de las ideas del oponente y aísla al “triangulador” de los ataques sobre ese tema en particular.
Ya sea el “pragmatismo”, el “oportunismo” o “chantaje”, pero dicha estrategia ha tenido éxito para fijar agenda social y posicionar gobernantes o candidatos.
Mientras los políticos “hacen de las suyas” es menester que la ciudadanía a través del llamado “quinto poder” participe en el proceso democrático, máxime ahora con la cercanía de las elecciones del Estado de México, Coahuila y las presidenciales de 2024.
Además, exigir al gobierno mexicano ataque frontal y efectivo a la corrupción y blindar a las instituciones, principalmente las electorales, de los ”apetitos de control” por parte de grupos populistas.
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