Por: José Luis JÁQUEZ BALDERRAMA
CHIHUAHUA CHIH.- Muy mala noticia nos acaba de dar a conocer la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económico, al evaluarnos como el peor país de todos sus agremiados en materia de corrupción.
Además, fuimos el segundo peor —sólo detrás de Rusia— de los miembros de las 20 economías más grandes del planeta (G20), en el Índice de Percepción de Corrupción correspondiente a 2022. Lamentablemente, es el tercer año consecutivo en que mantenemos la misma calificación.
De acuerdo con el informe de Transparencia Internacional, México obtuvo una calificación de 31 puntos de 100. Esto nos ubica en el lugar 126 de 180 naciones.
De los países de Latinoamérica, México se encuentra en el lugar 13 en el Índice de 2022. Únicamente le “ganamos” a Paraguay, Guatemala, Honduras, Nicaragua, Haití y Venezuela. Los tres mejor evaluados son: Uruguay, Chile y Costa Rica.
En el plano global, las 10 naciones mejor evaluadas son: Dinamarca (90), Finlandia (87), Nueva Zelanda (87), Noruega (84), Singapur (83), Suecia (83), Suiza (82), Países Bajos (80), Alemania (79) e Irlanda (77).
Transparencia Internacional consideró que al “reprobar” nuestro país se debe en gran parte a la falta de resoluciones en grandes casos de corrupción como Odebrecht, “la Estafa Maestra”, Segalmex o la compra de Agronitrogenados y Fertinal por parte de Pemex.
Así como la nula devolución de los recursos desviados a la nación y que las autoridades encargadas de impartir justicia en la materia utilizan las instituciones con un sesgo político-electoral, son los principales obstáculos identificados en materia de corrupción.
El combate a la corrupción es una obligación de los gobernantes, pero no se actúa como se promete en las campañas políticas. Nuestro país tiene leyes e instituciones “muy robustas” para castigar a funcionarios y ciudadanos que atenten contra el erario.
Pero mientras sigan las acusaciones de los grupos políticos (que disputan el poder en el 2023 y 2024) sobre quién es más corrupto, la solución a los graves problemas de México, como el económico y la violencia, seguirán en “la lista de espera”.
Entre los principales retos del gobierno mexicano (federal, estatal y municipal) por supuesto de la sociedad en su conjunto, es el combate real a la corrupción; rescatar la economía y recuperar la seguridad.
El reto de acabar con la corrupción en México es titánico, pero no imposible. Y cuando hablamos de titánico nos referimos a que el trabajo es apoteósico, gigantesco, enorme y necesario.
La corrupción es un problema endémico, es decir, un hecho negativo que se repite frecuentemente en las sociedades actuales. Es como una “enfermedad” que afecta habitualmente a una región o país, como el paludismo es endémico en las zonas pantanosas.
La corrupción es delito ya tipificado en las leyes mexicanas, pero cada nuevo gobierno pretende reinventar las formas de acabar con esta “enfermedad”; lo que necesitamos es un sistema de justicia que funcione atacando la impunidad, que anda en el 97%.
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