Por Luis SILVA GARCÍA
CD. JUÁREZ CHIH.- Conocí a Lorenzo Pérez Álvarez, “El Cheque”, en la parte final de la década de los 1970s en la ciudad de Chihuahua.
Yo andaba, junto con varios de mis compañeros de la sección de Teología del Seminario Regional del Norte, en las colonias populares, trabajando en grupos con las personas, buscando educación, concientización y mejora de la calidad de vida, en el movimiento de la Iglesia Católica denominado Comunidades Eclesiales de Base (CEBs).
El Cheque ya había iniciado con su ahora famosa Información Procesada (INPRO), ese inigualable esfuerzo de 50 años en los que acumuló y clasificó gran parte de la información publicada sobre Chihuahua en muchos medios locales, nacionales y hasta internacionales.
Por ahí andaba El Cheque en las CEBs, colaborando con cursos de metodología para el análisis y, desde luego, con la difusión e interpretación de la información. “No nada más se trata de leer –que luego eso ya es mucho—sino que hay que saber interpretar la información, para que no nos engañen los poderosos”, decía Lorenzo con su eterna sonrisa característica, con su voz que subía y bajaba de tono según el caso; sabía actuar El Cheque.
Rápido coincidimos en puntos de vista, análisis de casos y hasta en filosofía y propósitos de vida, pues nuestra formación, espíritu libertario e ideología incluyente eran más que similares.
Al poco tiempo andábamos en su casa auxiliando en las tareas, aún incipientes, de lo que luego fue y es INPRO. Por ahí estaban los espacios llenos de legajos y recortes de periódicos que había que ordenar y ayudábamos en lo que se podía, así como el propio Lorenzo nos ayudaba en cualquier esfuerzo en los grupos de las CEBs. Al terminar ya tarde las tareas, nos íbamos las familias, colaboradores y amigos, por ahí a tomar unas cervezas.
Cuando incursioné en periodismo en Novedades de Chihuahua y como integrante del grupo fundador y corresponsal de La Jornada, a principios de los 1980s, entonces el trato se volvió más cotidiano con Lorenzo Pérez, pues él ya estaba despegando con su proyecto de Información Procesada.
Yo le pedí que escribiera artículos de opinión para el periódico, pero se resistía a hacerlo con el argumento de que se trataba de un compromiso muy serio y no se sentía capaz de tal tarea, pues él no era periodista.
Yo le explicaba (como lo hice con muchas otras personas) que tenía toda la razón en la seriedad con que tomaba el caso, más también le hice ver que era deficiente la práctica del ejercicio periodístico y que, con su formación y nivel, bien podría escribir y seguramente sus puntos de vista serían de interés y beneficio para los lectores.
“Luego llegan a los periódicos personas que no tienen ni formación, ni solidez, ni honestidad, pero lo que sí tienen en arrojo y desvergüenza, y ahí están toda la vida escribiendo artículos que a nadie interesan ni nada aportan” le comenté.
Finalmente, no logré que El Cheque escribiera artículos de opinión hasta que estuvimos en Norte de Chihuahua, a partir de 1987, y de ahí en adelante escribió casi permanentemente en varios periódicos.
Considerando su exitosa experiencia anterior en Banco Comermex, lo invitaba a colaborar en áreas administrativas de periódicos, particularmente en el vespertino “1\2 Día”, que editamos en Novedades de Chihuahua en 1986, pero me dijo: “Un amigo me llama a participar en un proyecto muy interesante y yo analizo cuanto tiempo podrá estar mi amigo en ese proyecto, pues tengo mis compromisos y no le saco al trabajo, pero siempre hay que analizar”; le encantaba referirse a uno mismo, de frente, hablando en tercera persona.
No aceptó la oferta Lorenzo, y cuánta razón tenía en su análisis, pues el citado proyecto que yo encabezaba no duró más que unos meses, pues era cuando ya el gobernador Fernando Baeza tenía control sobre el matutino Novedades y pues no le hacía ninguna gracia que lo cuestionáramos desde el vespertino 1\2 Día, de la misma empresa. Movió hilos y nos cancelaron el medio.
Llegué por entonces a Norte de Chihuahua y ahora sí, estando al frente de ese periódico, le hice “manita de puerco” a Lorenzo y lo convencí para que tomara el puesto de Gerente General. Había pocos recursos y El Cheque aceptó el reto, más por apoyarnos como grupo de periodistas y porque sabía que difícilmente tendríamos acceso a personal de calidad para estas tareas, salvo que fuera, como el caso, con el afán de ayudar a los amigos.
Fue una extraordinaria experiencia la que vivimos en los siguientes 3 años, en los cuales Lorenzo fue el puntal, la bujía, para lograr un trabajo de equipo que permitió empezar a rescatar ese periódico que estaba francamente abandonado.
En la pared tras mi escritorio de director Lorenzo colocó una gran manta que decía: “Ni un paso atrás”, lema de la campaña que fomentó para lograr resultados con el esfuerzo de todo el equipo de trabajo, aunque con recursos muy escasos.
Rápido armó una revista interna, impresa en papel modesto y de pastas de cartoncillo, donde los periodistas y los no periodistas escribían y participaban, todos contentos y orgullosos de su boletín mensual.
También organizó torneos deportivos internos y participación de equipos del periódico en torneos de la ciudad, conseguía patrocinadores para los uniformes y ya traía a todos los trabajadores, mujeres y hombres, activos y apoyándose en su gerente; y ahí andaba él mismo en shorts, con sus flacas piernas, pero con mucho ánimo.
En un día de asueto por fiesta nacional, cuando no trabajaba el periódico, organizó una convivencia con las familias de los trabajadores, en el mismo periódico, ahí en la Avenida Juárez, a unos pasos de la Calle 11, en el centro de Chihuahua. Luego de la comida, que consiguió con intercambio por publicidad en el periódico, sacó las cubetas y brochas de pintura y entre todos, en ese día, pintaron por dentro el edifico, que la verdad antes lucía lúgubre.
Norte de Chihuahua empezó a reponerse es esa época y en gran medida esto se debió al impulso de Lorenzo Pérez como gerente.
Un día me llamó el gobernador Fernando Baeza a su despacho y me hizo el siguiente comentario: “Cuando me informaron que usted era el director de Norte yo dije: que andará haciendo Luis en este periódico, si es un cadáver, pero debo decir que hoy, después de más de un año que usted está ahí, que veo que al cadáver se le empiezan a mover las patitas”.
En fin, se hizo un bonito esfuerzo del que deberemos estar orgullosos los que participamos y especialmente agradecidos por la presencia de Lorenzo Pérez en el proyecto, pues aportó enormidades al mismo, apoyó a las personas en asuntos particulares y dio conjunción al equipo.
Organizó las fiestas navideñas en buenos lugares y con rifa de regalos y reconocimiento de éxitos, sin menoscabo del ya de por si exiguo presupuesto del periódico; conseguía apoyos y era hábil para ello.
El éxito más sonoro fue el del aniversario del periódico en 1988, pues se logró hacer una fiesta en un jardín y se contó con la presencia de las autoridades civiles y religiosas, así como de los dirigentes de los partidos políticos y de las instituciones privadas. Ahí estuvieron, por ejemplo, codo a codo el Arzobispo Adalberto Almeida y el Gobernador Fernando Baeza. Fue un ágape sencillo pero adecuado que sin El Cheque no se hubiera podido realizar.
Un ejemplo muy claro de la intervención y también la humildad de El Cheque Pérez se ve en el siguiente dato que nunca hicimos público ni él ni yo: Cuando no nos alcanzaba la liquidez para completar la nómina los viernes, metía un cheque sin respaldo para salvar el pago, y sus amigos de los bancos, con los que trabajó años atrás y de los que se ganó el respeto, lo esperaban a que lo cubriéramos en el transcurso de la siguiente semana. Pero eso era solamente porque se trataba de Lorenzo Pérez.
Hay muchas anécdotas que se vivieron con este personaje y solamente dejo esta muestra como homenaje al gran amigo que hace semanas se nos ha ido para siempre y que dejó más que ganado el reconocimiento como ser humano excepcionalmente valioso.
Descanse en paz Lorenzo Pérez Álvarez “El Cheque”.