Por Luis Silva García
CD. JUÁREZ CHIH.- El esplendor de los años 1930, 40, 50s de Ciudad Juárez, Chih., se conservó, en buena medida, en las siguientes dos décadas, tal vez hasta avanzados los años 80s del siglo pasado, cuando el corredor turístico de primer nivel seguía siendo la Avenida Juárez y zonas del centro de la ciudad, y existían otras calles de mucho comercio y diversión, como la Mariscal y la Vicente Guerrero. También figuraba el Galgódromo, allá por lo que entonces eran las afueras de la urbe y solamente había incipientes parques industriales.
Los restaurantes, salones de baile y bares lucían con sus anuncios coloridos y luminosos en una actividad que no cesaba durante las 24 horas del día. Había trabajo para muchas personas en esos lugares, también había riesgos y se decía que el nivel de violencia y delincuencia en la frontera era mayor que en el resto del estado.
En la ciudad de Chihuahua la gente siempre se quejaba de Juárez por ser la ciudad de “la perdición”, decían, pero quisiera saber cuántos de los que se lamentaban (y muchísimos más de otras partes del país) tuvieron en Cd. Juárez oportunidades de trabajo y superación que no tenían en sus lugares de origen.
Los sociólogos ya señalaban los riesgos, la mano de obra especialmente femenina en las fábricas, los niños creciendo muchas veces en la soledad en sus hogares, sectores masculinos que no obtenían trabajo con facilidad, la explosión demográfica que rebasó la capacidad de servicios en la comunidad, el crecimiento del consumo de alcohol y drogas.
Esos eran algunos de los riesgos, pero también había movimiento económico, oportunidades, sea para laborar o para estudiar y superarse, espacios para la diversión, la ciudad lucia habitable y se decía que en Juárez quien no trabajaba era porque no quería, pues trabajo siempre había (y eso sucede hasta hoy en día).
Todo esto trastocó esquemas de conducta y forjó lo que hoy es la comunidad fronteriza, con un estilo amable pero no dejado, con una gran nobleza, compresión y apoyo a quien lo necesita. Es común ver que, si un carro se descompone a media calle, varios se paran y ayudan a empujar, sin importar lugar y hora.
Hace 40 años en las zonas de turismo y comercio existían muchos bares, pues mucha gente venía del país vecino a divertirse, en un fenómeno que no es exclusivo de nuestra frontera, sino que sucede en las zonas fronterizas de cualquier país, por razones de costos o normas particulares.
Los locales comerciales estaban cuidados, limpios, agradables, pero el descuido se ha ido acumulando y la delincuencia creció, de forma que hoy en día, de aquella ciudad atractiva para el turismo vecino ya no quedó nada, solamente ruinas, abandono, basura.
¿Cómo llegamos a esta triste realidad? Con una suma de situaciones entre las que hay que mencionar la falta de apego al territorio por la elevada migración, pero ni que fuera esta la única ciudad fronteriza del mundo, donde se dan peculiares casos con los que hay que lidiar. Más claramente responsable es la actuación de las autoridades, que han desfilado por años en diversos colores y tendencias, sin atender adecuadamente los problemas de la frontera.
En alguna ocasión me tocó escuchar a un Procurador de Justicia del Estado afirmar “a Juárez para que le invertimos, no tiene caso, esta ciudad no tiene remedio”. Era el principal responsable de la impartición de la justicia en Chihuahua, y tenía este concepto en momentos en que ya la crisis de violencia era muy grave, con una creciente actividad del narcotráfico y casos tan delicados como el asesinato de mujeres.
En otro momento me tocó recorrer, con un candidato a gobernador, el Callejón Carreño, a la vuelta de la Av. Juárez, y la zona de Independencia, Ugarte y Mariscal, para hacerle ver las lamentables condiciones en que estaban estos lugares, espacios de la zona centro y lo poco que queda de historia en la ciudad, todo lleno de suciedad y destrucción. La persona prometió atender y ganó el puesto, pero hoy en día estos lugares siguen sin atención, en ruinas, claro, mas destruidas las fincas por el paso de más tiempo.
La cuidad ha crecido enormemente, desde Anapra hasta Zaragoza ya es una sola mancha urbana, y hacía el sur ya se está devorando el pleno desierto; todo esto acarrea movimiento, actividad comercial por todos rumbos, pero también acumula problemas. Tal vez hay que conceder a los responsables el beneficio de la duda, pues podemos entender que, en un municipio como Juárez, con tanta población y crecimiento, no hay presupuesto que alcance para resolver.
Parece entonces que, aunque hubiera ganas de hacer las cosas, programas adecuados, eficiencia, honestidad, tal vez los recursos de cualquier forma no alcanzarían, pero los hechos demuestran que no hay ni ganas de resolver, pues entonces no vamos a acabar nunca.
Hace unos meses estaba en una de las ciudades intermedias del estado y una persona me llevó a mostrarme el deterioro del pavimento en las calles, y si, había muchos baches, pero tuve que decirle: ¿y por esto se andan quejando? Los voy a llevar a que vean las colonias de Juárez, ahí sí que hay cráteres y arroyos en las calles.
Parece una broma, y broma de mal gusto, pues dos males no pueden llevar a un bien en ningún sentido, pero es solamente una mención a manera de ejemplo de tremendas situaciones. Esperemos que en algún momento se solucionen y nuestras ciudades sean mejores. La gente merece buenos gobernantes y vivir en condiciones adecuadas.