Mientras el discurso oficial insiste en negar cualquier intento de llevar a México por la vía del autoritarismo o el socialismo al estilo cubano, los hechos parecen contradecir esa narrativa. Este fin de semana, Morena firmó un acuerdo de cooperación con el Partido Comunista de Cuba, la única fuerza política legal en la isla y principal engranaje del régimen que por más de seis décadas ha mantenido al pueblo cubano bajo un férreo control estatal.
El anuncio fue realizado por la secretaria general de Morena, Carolina Rangel, tras reunirse con el presidente cubano Miguel Díaz-Canel, en Cuba justo antes de la VI Sesión Ordinaria del Consejo Nacional del partido oficialista en México.
La noticia encendió alarmas entre analistas, opositores y amplios sectores de la sociedad que han visto con preocupación los constantes guiños de Morena hacia gobiernos abiertamente autoritarios en América Latina. Mientras la presidenta Claudia Sheinbaum ha reiterado que su gobierno respetará la democracia, la pluralidad y las libertades individuales, su partido político parece enviar señales en dirección opuesta.
El Partido Comunista de Cuba representa todo lo que Morena asegura no querer para México: un sistema de partido único, sin elecciones libres ni división de poderes, con control estatal sobre los medios, la economía y la vida pública. Sin embargo, ahora se le considera un socio estratégico.
El documento de colaboración —cuyos detalles no se han hecho públicos— promete “intercambio de experiencias”, sin especificar si eso incluye métodos de propaganda, control territorial o represión de la disidencia, prácticas bien documentadas en el régimen cubano.
La oposición ya ha señalado esta acción como un paso más hacia la consolidación de un modelo autoritario con rostro democrático. “Es la hipocresía institucionalizada. Mientras en México se dice que no se va hacia el comunismo, Morena se abraza con quien encabeza una dictadura”, denunció un legislador del PAN en redes sociales.
Mañana, el Comité Ejecutivo Nacional (CEN) de Morena, encabezado por la dirigente partidista, Luisa María Alcalde, por Rangel y por el secretario de organización, Andrés Manuel López Beltrán, celebrará la VI Sesión Ordinaria del Consejo Nacional.
Mientras tanto, la ciudadanía queda atrapada entre discursos que niegan una realidad que los actos del partido en el poder parecen confirmar: la simpatía por regímenes totalitarios ya no es implícita, es formal y firmada.