LA PRESIDENTA Claudia Sheinbaum Pardo anunció un nuevo plan de rescate para Michoacán, que incluye una mayor presencia de elementos de la Guardia Nacional, así como más apoyo en becas y escuelas para los jóvenes.
El anuncio llega tras el asesinato del alcalde Carlos Manzo, ocurrido el fin de semana pasado, presuntamente a manos de un grupo del crimen organizado.
Sin embargo, este plan de seguridad evidentemente llega tarde. Si el Gobierno Federal hubiera brindado el auxilio que el alcalde solicitó en repetidas ocasiones -y que le fue negado-, el desenlace podría haber sido distinto. En otras palabras, se trata de un plan que no solo llega tarde, sino que poco servirá para “tapar el hoyo luego de ahogado el niño.”
Hace poco más de un año, la presidenta había anunciado un plan de rescate similar para Chiapas y, días después, para Michoacán, ante los altos índices de extorsión y asesinatos. Pero nada ocurrió: la impunidad y la violencia solo se incrementaron.
Ahora, desde la mañanera, Sheinbaum repite la fórmula: más fuerzas federales, construcción de preparatorias y becas para todos. Argumenta que “hay que ir a las causas” y asegura que se trata de un gobierno humanista que no provocará guerras.
Malas noticias entonces para Michoacán y para el país. Significa que los grupos criminales seguirán recibiendo abrazos, mientras que los balazos seguirán siendo para el pueblo, como ocurrió con el alcalde Manzo y con casi 20 mil víctimas registradas tan solo en lo que va del gobierno de Sheinbaum.
La exigencia de justicia y de un alto a la impunidad recorre todo el país, especialmente en entidades como Chiapas, Tabasco, Guerrero, Jalisco, Estado de México, Guanajuato, Zacatecas, Veracruz, Tamaulipas y Chihuahua, por mencionar las más críticas.
La seguridad de los mexicanos no parece ser prioridad del régimen. Primero culparon a Calderón; luego, a los “buitres” de los medios de comunicación; y ahora simplemente ignoran lo que ocurre en regiones devastadas como Michoacán. Vaya pues.
EL ASESINATO del alcalde Manzo también provocó la reacción del presidente de los Estados Unidos, Donald Trump, quien -al menos en tono de advertencia- amagó con una intervención militar en México en contra de los cárteles de la droga.
El anuncio generó una oleada de comentarios desde la Presidencia de México, apelando a la soberanía nacional y a la supuesta buena coordinación con el vecino del norte.
La relación existe, sí, pero Trump exige que la presidenta “haga más” para enfrentar a los grupos del crimen organizado que operan en el país, algunos incluso con vínculos dentro de los propios gobiernos, como han señalado agencias estadounidenses.
En otras palabras, Washington no está satisfecho, y la presión continuará. Si los estadounidenses deciden ir contra los bienes y las personas vinculadas a los cárteles, habrá que abrirles las puertas, porque en México no hay capacidad -o voluntad- de respuesta.
LA EXPRESIÓN “tantita madre”, utilizada por el alcalde de Chihuahua, Marco Bonilla, tras el asesinato de su homólogo de Naucalpan, no fue una simple exclamación. En el norte del país, la frase puede usarse para expresar asombro, indignación o reproche; en este caso, fue lo último.
Bonilla la dirigió a la presidenta Claudia Sheinbaum y a su gobierno, por la indolencia mostrada ante el crimen: ni siquiera mencionaron el nombre del alcalde asesinado.
El reclamo también apuntó a la negativa del gobierno federal de ofrecer protección al edil y a la tendencia oficial de culpar al pasado o a los medios de comunicación en lugar de asumir responsabilidades.
Hasta ahora, no hay respuesta oficial del régimen, más allá de repartir culpas. Y ya con ocho años en el poder y todo el control político, la realidad es evidente: no han resuelto nada.
Entonces, como bien dijo Bonilla: qué poca… tantita madre.

